Parámetros para saber medir el TCO de un servidor

El coste total de la propiedad (o TCO) no es un concepto nuevo en el mundo de los negocios. Es más, algunos expertos aseguran de hecho, que se remonta nada menos que a las guerras napoleónicas, cuando los ingenieros del ejército francés trataban de evaluar la eficiencia de los cañones, analizando la vida útil de los mismos y el coste de las reparaciones necesarias.

Desde entonces el concepto de TCO ha evolucionado con el tiempo (fue formalizado por el Departamento de Defensa de Estados Unidos a finales de la década de los 90), pero en lo sustancial se mantiene. Si nos remitimos a la la definición que del mismo hace Gartner, obtenemos que: “el TCO es el coste total de adquirir, utilizar, gestionar y retirar un activo a lo largo de todo su ciclo de vida”. Es decir, el TOC aglutina todos costes, tanto directos como indirectos, asociados a un producto desde que lo adquirimos, hasta que lo reciclamos o lo sustituimos por otro.

Conocer el TCO de un producto permite al departamento TIC de una empresa el tener mejores argumentos a la hora de negociar con proveedores, tener más información a hora de tomar decisiones de inversión y evaluar de una forma más adecuada su ROI (Return on Investment).

Costes iniciales y costes continuos

Teniendo esto en cuenta, hay una serie de factores que afectan de forma directa al TCO de nuestro próximo servidor. En primer lugar por supuesto, tendremos tenemos una serie de costes iniciales relacionados directamente con la adquisición del equipamiento.

Aquí incluimos el precio de compra del servidor (hardware, computación, almacenamiento y memoria escogidos…), como los costes de instalación (mano de obra y gastos relacionados con la puesta en marcha) y el de las licencias que precisemos tanto de S.O, como de hipervisores, soluciones de seguridad, etc.

Estos costes iniciales son básicamente los que vamos a encontrar en el folleto de venta. A estos tenemos que sumar los que podemos denominar como costes continuos y que están directamente relacionados con el uso de ese servidor en nuestras instalaciones. Aquí encontramos costes que van desde el consumo energético, al mantenimiento y posibles reparaciones, coste de personal e incluso espacio físico, en el caso de que estemos instalando ese servidor en un centro de datos (alquiler, refrigeración y otros gastos). También hay que incluir en esta partida los gastos derivados de la renovación de licencias y actualizaciones de software e incluso, los costes de depreciación, esto es, la pérdida de valor del servidor a lo largo de su vida útil.

Ciclo de vida

Teniendo en cuenta que cada cierto tiempo tendremos que cambiar nuestros servidores por otros más modernos y capaces, dentro de nuestro cálculo del TCO cobra especial protagonismo el análisis del ciclo de vida del servidor. Tenemos que tener en cuenta que la “vida útil” de este equipamiento puede variar significativamente en función de distintos factores, como la calidad del hardware, el tipo de cargas de trabajo que queremos ejecutar o el entorno en el que va a operar.

Factores que influyen directamente en este aspecto son la garantía del fabricante (y la posibilidad de adquirir garantías extendidas), las posibilidades de ampliación y actualización del hardware que vamos a adquirir, o su capacidad para dar respuesta a nuevas amenazas de seguridad.

Al margen de lo anterior, también hay que tener en cuenta que algunas organizaciones tienen un ciclo de vida planificado para sus servidores, lo que significa que los reemplazan cada cierto número de años, independientemente de su estado. Esto puede ser parte de una estrategia para garantizar que la infraestructura esté siempre actualizada y funcionando de manera óptima. Otras pueden renovar solo parte de su infraestructura, destinando a tareas menos críticas a los servidores cuyo fin de ciclo de vida está próximo.

Análisis del valor

Una vez que estimamos los costes, podemos calcular el TCO anual, que obtenemos al dividir los costes totales entre la vida útil del servidor.

A partir de aquí podemos realizar un TCO comparativo, repitiendo el proceso para cada una de las opciones que estemos considerando y obtener de esta forma una imagen clara a partir de la cual tomar la mejor decisión. También tenemos que tener en cuenta que el TCO no es el único factor que tenemos que considerar a la hora de invertir en un servidor, sino que también deberemos ponderar otros como rendimiento, confiabilidad, escalabilidad, seguridad, soporte técnico, etc.

De todo esto te hablamos en “Cómo elegir el mejor servidor para hacer crecer tu negocio”, un documento técnico en el que además te presentamos la nueva generación de HPE ProLiant Gen 11 con AMD. Entre otras cosas, en este documento descubrirás:

  • Cómo es el centro de datos en 2023, el futuro de la nube y la apuesta por los modelos de negocio as-a-Service.
  • Qué implica la alianza entre HPE y AMD
  • Cómo son los nuevos procesadores AMD para el centro de datos y qué ventajas llevan a tu empresa.

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