Las pymes españolas vs grandes empresas: dos formas de afrontar la recuperación económica
No cabe duda de que las características intrínsecas de las pymes españolas y las grandes empresas hace que afronten la nueva coyuntura de manera muy distinta. El impacto de la pandemia es un claro ejemplo de cómo su idiosincrasia ha tenido efectos muy distintos que ha contribuido a ampliar aún más estas diferencias.
A la hora de diferenciar entre una pyme y una gran empresa, lo habitual es examinar el número de empleados, su facturación, la ubicación geográfica en la que operan, o la cantidad de impuestos que pagan, entre otros aspectos. Sin embargo, estas características adquieren una nueva dimensión cuando tienen una relación directa con su evolución y contribuyen a ahondar en la brecha entre unas y otras.
La pandemia de la COVID-19 ha puesto de manifiesto que su impacto no ha sido igual en las pymes que en las grandes empresas atendiendo a estas características, y las primeras han visto incrementada su situación de vulnerabilidad.
Tal es así que, según los datos de la Central de Balances del Banco de España, una de cada cinco pymes cerró su ejercicio de 2020, finalizado el pasado mes de junio, en situación de quiebra técnica. De hecho, el 19,2% de las empresas con menos de 250 empleados finalizaron su primer ejercicio fiscal en tiempos de pandemia en “causa legal de disolución por pérdidas”, es decir, con más deuda de lo que vale la empresa.
En esta situación, ser una pyme o una gran empresa influye notablemente: cuanto menor es el tamaño de la organización, más común es esta situación. Como consecuencia, las situaciones de insolvencia cada vez son más habituales en forma de suspensiones de pago y liquidaciones. La caída del consumo, la lenta recuperación económica, unido a la escala de precios de la energía, el transporte y las materias primas en medio de una crisis logística, no ha hecho más que complicar esta situación para las empresas españolas de menor tamaño.
La brecha salarial se acentúa
Una de las consecuencias más inmediatas que se ha producido ante el impacto de esta crisis puede verse en la brecha salarial entre pymes y grandes empresas y cómo ha aumentado en los últimos dos años. Según recoge el último informe de “Crecimiento Empresarial” elaborado por la Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa (CEPYME), la diferencia de salario medio entre las empresas con más de 200 trabajadores y aquellas que están por debajo de los 50 empleados aumentó en 2020 acercándose a los 665 euros mensuales, esto es, unos 8.000 euros anuales.
Sin embargo, en algunos sectores esta brecha es aún mayor, como en el de la construcción, con casi 800 euros mensuales de diferencia, unos 10.000 euros al año.
Esto agrava aún más la complicada situación por la que atraviesan las pequeñas y medianas empresas españolas, siendo nuestro país el que cuenta con un mayor porcentaje de pymes a nivel europeo en estado de vulnerabilidad económica, con un 7,1%.
Una de las consecuencias que provoca esta brecha salarial es, sin duda, la destrucción de empleo, lo que genera a su vez otra gran desigualdad frente a las grandes organizaciones, un factor clave en tiempos de crisis. Así lo pone de manifiesto el informe de CEPYME en el que se destaca que, en la crisis económica vivida entre 2007 y 2013, más de la mitad del empleo total perdido se produjo en las empresas que contaban con entre 10 y 249 trabajadores. Sin duda, un punto clave teniendo en cuenta que este segmento de empresas solo contaba con un tercio del empleo total.
En una situación como la actual, las pymes necesitan mayor flexibilidad para poder adaptarse a los constantes cambios que viven, así como maximizar la contratación. Teniendo en cuenta que estas empresas están bajo el convenio colectivo sectorial, que les permite reducir los costes de negociación de las condiciones laborales en cada puesto de trabajo, esto puede suponerles un corsé excesivo en determinadas coyunturas.
Poder descolgarse de este convenio, o adherirse a todos o algunos de los apartados, contribuiría a dotar de mayor flexibilidad a estas pymes para negociar internamente sus propios convenios.
Junto a esto, hay que tener en cuenta que, actualmente, y en un contexto de pandemia, en los países de la Unión Europea, las empresas más grandes están experimentando, como promedio, una mayor productividad que las pymes. Los cálculos apuntan a que, de media, la brecha de productividad entre grandes empresas y medianas es de 2,3 veces más.
De nuevo, aquí la situación española está por encima de la media europea ya que se estima que las grandes organizaciones son hasta 2,6 veces más productivas que las pymes.
Y, de nuevo, esto conlleva otra consecuencia con un impacto negativo para las pequeñas y medianas empresas españolas. Al contar con una menor producción, la exportación también disminuye. Según el citado informe de CEPYME, solo el 2,2% de las microempresas españolas son exportadoras, un porcentaje que alcanza hasta un 60% en el caso de las empresas con más de 250 empleados.
Este factor tiene un enorme impacto en la economía de estas empresas ya que, con menores ventas al exterior, las exportaciones medias de las microempresas les aportan poco más de 500.000 euros. Sin duda, una cifra muy inferior a la de las grandes empresas, cuyas exportaciones les aportan 64 millones de euros anuales.
La necesaria inversión de las pymes
Si bien es cierto que las pymes españolas atraviesan un bache económico importante, invertir en el negocio es clave para seguir siendo competitivas y avanzar con fuerza hacia el futuro. Para muchas de ellas, cualquier desembolso económico puede tener un impacto fatal en su negocio. No obstante, muchas de ellas ya están comprobando cómo la inversión en tecnologías les está aportando importantes beneficios que ayudan a optimizar su eficiencia, rendimiento y competitividad.
La digitalización de las pymes españolas es ya una realidad, pero aún queda mucho camino por recorrer para que muchas de ellas den ese salto y pierdan el miedo a apostar por tecnologías que contribuyan a que su inversión aporte grandes beneficios a corto, medio y largo plazo.
Analizar con detalle las necesidades del negocio, estudiar qué tecnologías son las adecuadas para alcanzar unos objetivos, y establecer un plan de digitalización es fundamental para que esta inversión dé los frutos deseados.
El desembolso económico que requieren muchos de estos proyectos se ha convertido en el principal obstáculo para que las pequeñas y medianas empresas se decidan a abordarlos. Su capacidad económica, que dista mucho de la de las grandes corporaciones, está en el punto de mira en un momento tan delicado para ellas como el actual.
La puesta en marcha de iniciativas como el Programa Kit Digital, que repartirá 3.067 millones de euros del Fondo Europeo Next Generation EU en bonos de hasta 12.000 euros para las pequeñas y medianas empresas y autónomos para su transformación digital es un claro ejemplo de ello.
Sin embargo, la dificultad de acceso a financiación que tienen las pymes frente a las grandes empresas es otra brecha que sigue contribuyendo a que las primeras no puedan abordar muchos proyectos, con el consiguiente impacto que eso conlleva para sus negocios.
Apostar por la captación de talento
Si bien el acceso a ayudas y financiación es fundamental, contar con talento en las compañías también se ha convertido en otro aspecto crítico.
Y también aquí se aprecian grandes diferencias entre pymes y grandes corporaciones. La captación y retención de talento resulta más complicada para las pequeñas y medianas empresas en comparación con las organizaciones de mayor tamaño que cuentan con presupuestos más elevados, lo que les permite ofrecer ventajas económicas que no pueden ofertar las más pequeñas.
Ante este nuevo escollo, las pymes deben acometer la captación y retención de talento explorando nuevas fórmulas que vayan más allá de la motivación económica para estos trabajadores. Según el informe Employer Brand Research 2021 de Randstad, el principal factor a la hora de aceptar una oferta laboral es, en el 70% de los casos, el salario, sin embargo, la conciliación laboral y trabajar en un buen ambiente se ha convertido, en el 66% y el 64% de los casos, en dos aspectos cada vez más valorados.
Según Sodexo, frente a las grandes capacidades de las grandes organizaciones, las pymes deben aprovechar su mejor tamaño para establecer relaciones de cercanía, ofrecer beneficios sociales, o incluso apostar por la retribución flexible. En este caso, si bien las pymes no tienen en cuenta alternativas retributivas como las grandes empresas, con la retribución flexible se puede aumentar el nivel adquisitivo del empleado mediante el intercambio por servicios de hasta un 30% del salario bruto, sin que suponga un mayor coste salarial para la empresa.
Actualmente, las pymes están en un momento crucial a la hora de tomar decisiones clave para el futuro de sus negocios. Sin contar con los recursos de las grandes firmas, deben abordar la necesaria transformación de sus negocios para avanzar hacia un futuro en el que su propuesta de valor sea tan atractiva como la de las grandes empresas y contar con el talento y las capacidades que requiere un mundo en constante cambio para el que hay que estar bien preparado.
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