«Hola, me llamo Juan, caí en un ERE y, con 53 años, me vi en la calle. Esta es mi historia»
Estamos tan acostumbrados a la frialdad de cifras y estadísticas que apenas reaccionamos ante cualquier catástrofe. El edadismo, en su vertiente de discriminación por edad en el trabajo o en el acceso a un empleo es la mayor causa de discriminación laboral en la actualidad. Y también es la más silenciada. Uno de los motivos, el miedo que provoca exponerse.
Detrás de los números, hay personas y detrás de cada testimonio, una realidad que sufrimos directamente o que nos toca de cerca. Es justo y necesario darle voz, denunciar y buscar soluciones.
El testimonio de Juan
Hola, me llamo Juan y soy desempleado de larga duración.
Desde que hicieron un ERE en mi empresa y con 53 me vi en la calle, en cuatro años apenas me han llamado para dos entrevistas y en la mayoría de ofertas no he pasado el primer filtro. En mi empresa se me consideraba un buen profesional, pero me dijeron que mi puesto ya estaba amortizado, que tenían que rejuvenecer plantilla.
Desde entonces, lo he intentado todo: cursos, un máster, portales de empleo… y sigo en la brecha, esperando una llamada que no llega.
Mi círculo de amistades ha menguado y siento el estigma invisible de la culpa por una situación de la que me esfuerzo denodadamente por salir.
Pienso que algo estaré haciendo mal porque no leo más que historias de superación personal o de que la suerte es de quienes la buscan.
Me siento como en una sesión de alcohólicos anónimos porque no me atrevo a compartir mi situación en público; algo que sólo conseguiría añadir más lastre a la ya pesada carga de un fracaso que asumo como propio.
Solo pido las mismas oportunidades que el resto de poder sentirme útil, sacar adelante a mi familia y contribuir a la sociedad».
Una sociedad que calla y acusa, es cómplice y no busca soluciones.
Mañana puedes ser tú. Todos somos Juan.
Los testimonios de Mercedes y Alejandra
«Hasta hace 4 meses, yo era ese que estaba en una empresa perfecta, un buen trabajo, 16 años dejándome la piel y un cambio de director me ha llevado a la situación que denuncias. Con 49 años toca rezar para que alguien confíe y empezar de nuevo. Con lo que en estos momentos me puedo identificar con el ejemplo que expones».
«Por eso necesitamos tomar conciencia. Tengamos la edad que tengamos, esto nos afecta a todos. Ya puedas implicarte, ser un excelente profesional, del día a la noche, puedes estar en el otro lado. Y tú no has cambiado, sigues siendo la misma persona que tiene tanto que aportar, pero ya te miran de otro modo, o ni siquiera te miran… Las listas del desempleo están llenas de personas muy válidas que no tienen su oportunidad por algo tan espurio como su edad, sexo, apariencia…»
“Nos repiten constantemente que un líder se rodea de los mejores, pero a la hora de contratar suelen pesar más los del síndrome de Procusto: rechazar a aquellos con características diferentes a las propias por miedo a ser superados o cuestionados por ellos».
«Una buena carrera profesional, experiencia y edad no siempre son la mejor carta de presentación”.
Casi la mitad de los parados tienen más de 45 años
Vivimos en un país con una tasa de desempleo insostenible y resulta, en cierto modo, sorprendente que la situación no haya estallado. Quizás, en parte, se deba a la existencia de una importante economía sumergida, quizás, también, a la red de apoyo familiar y, otras, a la caridad.
En cualquier caso, más de cuatro millones de personas desempleadas es un drama y, a corto y medio plazo, las expectativas son peores. A la ya sistémica ineficacia de nuestro mercado de trabajo, debemos añadir el hecho de que no todos pueden acceder a un empleo en igualdad de condiciones.
Casi el 50% del paro (cerca de dos millones de personas) corresponde a un colectivo de personas a partir de 45 años, en lo mejor de su etapa laboral y con experiencia contrastada que sería el mejor activo para un óptimo desempeño. Muchas de las empresas y profesionales de Recursos Humanos reconocen que no contratan veteranos. Lejos de eso, incentivan sus salidas del mercado laboral con prejubilaciones o son los primeros profesionales de quienes prescinden mediante ERES.
Esta discriminación por edad está sustentada, mayoritariamente, en prejuicios como que los veteranos están obsoletos, no se adaptan a las novedades, son problemáticos, son caros o están sobre-cualificados. No debemos olvidar que los veteranos de ahora hemos vivido muchas transformaciones, adaptaciones, cambios, revoluciones… . Hemos inventado la tecnología, los ordenadores, la programación pasando por todas las etapas y aprendiendo de cada una de ellas.
Cualquier etiqueta es injusta, no se ajusta a la realidad, cosifica y nos aleja de las personas. Privar del derecho al trabajo por motivos de edad es ilegal e inmoral.
Para crear conciencia, denunciar, contribuir en programas de contratación de talento sénior y, principalmente, luchar por la aprobación de una Ley integral contra la discriminación laboral por edad, hace poco más de un año se constituyó “Más 45 Activos, asociación contra el edadismo”.
Somos más de 11.000 asociados y representamos a los más de dos millones de personas y sus familias que ven hipotecado su presente y futuro en base a prejuicios por edad que expulsan y cierran puertas a sus esperanzas de trabajar. Asociarse es gratuito. La igualdad es un derecho que debemos defender.
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