El ecosistema emprendedor opina sobre el anteproyecto de la nueva Ley de Startups

Ayer, os informábamos sobre los puntos principales que contiene el anteproyecto de la Ley de Startups, algo muy esperado por el sector, que todavía puede sufrir modificaciones, antes de su aprobación. Nosotros hemos querido saber qué opinan inversores y startups de la nueva normativa. Para ello, hemos hablado en exclusiva con el inversor Álex Dantart, y hemos sumado también las opiniones de varios emprendedores que nos ha facilitado la agencia Comboca.

En general, se nota el descontento y la decepción en el sector, sobre todo con la definición que hace la ley del concepto «startup» o el hecho de que solo se pueda acoger a sus beneficios una vez. Tampoco encuentran mucho sentido que, fiscalmente, solo se rebaje el Impuesto de Sociedades, cuando en sus primeros años, pocas startups se pueden beneficiar de él. La capacidad para abrir un negocio de este tipo y la atracción de talento también han sido comentados por nuestros protagonistas.

Álex Dantart, inversor

Las startups apenas llegan a break-even, pagan IVA completo, y están en los mismos tramos que las pequeñas empresas, pero se les va a reducir y aplazar el «impuesto de sociedades«, el que tiene menos impacto en su economía, muy por debajo de otras complicaciones, como facilidades en la contratación, acceso a créditos, o asesoría sin postureos. Elevar ese importe de exención en caso de entrega de acciones fomenta la «ronditis«, otra pandemia en el ecosistema actual con la que hay que luchar.

El nuevo paradigma post-covid no nos convierte precisamente en «nómadas digitales», pero estos ahora tendrán nuevo régimen. El emprendedor lo que tiene son serios problemas para autofinanciarse, pero sube la deducción de inversión hasta 100.000€.

Es importante poder crear una empresa en 24h totalmente funcional de manera online, pero se agilizan los trámites para el cese de actividad.

Pretenden dar visibilidad al ecosistema español para atraer talento y capital y frenar la fuga de cerebros, pero no se dan cuenta que el talento esta aquí, que no puede crecer porque no tiene medios y que, para «fugarse», ya no hace falta mover el culo. Me contratan desde Alemania, Reino Unido o USA de manera digital. Creo que los que han redactado este anteproyecto, han vivido poca startup, pero muchas mesas de consejos de administración.

Iñigo Juantegui, CEO y cofundador de Ontruck

Creo que es una ley insuficiente. Su objetivo debería ser incentivar la creación de empresas innovadoras y atraer tanto talento como capital. Pero el hecho de que se restrinja su aplicación a empresas con una serie de condiciones que nada
tienen que ver con muchas startups hace que no vaya a ser aplicable de forma general. Además, desincentiva un aspecto clave para un ecosistema emprendedor sano: el volver a intentarlo. Es aberrante que si ya has creado una startup no puedas acogerte a la ley si creas otras.

Creo que la clave para incentivar un ecosistema sano es dar facilidades para acceder a talento y capital, reducir procesos burocráticos y habilitar una gestión online más ágil. Y desde el punto de vista fiscal, incentivar la inversión, dando beneficios a la reinversión del capital ganado con la innovación, tanto para los emprendedores como para los fondos.

En cuanto a la definición de startup, habla solo de las fases muy iniciales. Ser rentable con 5 M€ de facturación y en menos de cinco años es algo extremadamente complicado para una startup y muestra un desconocimiento de cómo funcionan.

Parece que se ha hecho para que no-startups no puedan aprovecharse de ella indebidamente, pero ha acabado siendo una ley que podrán aplicarse poquísimas startups de verdad.

Entiendo lo complejo que debe ser alinear a tantos agentes interesados o no interesados en sacar adelante esta Ley. Si yo fuera una empresa tradicional me preguntaría: ¿por qué no me aplican a mi algo similar? Aunque se escuche y se entienda a las startups, la posibilidad de hacer algo bien alineado y que tenga alto impacto es muy baja, debido a la cantidad de intereses que, imagino, entran en juego.

Echo en falta incentivos a la reinversión, mejorar los incentivos de las stock options, apoyo a los emprendedores que fallan (si es innovación de verdad, hay que asumir que un porcentaje alto de las startups acabarán cerrando, y apoyar a ese emprendedor para que vuelva a intentarlo es clave); incentivos a la captación de talento extranjero, ayudando a reducir los trámites para traer personas con habilidades específicas. Se puede hacer mucho para impulsar la creación de un entorno de nómadas digitales, gente que vive, por ejemplo, en el entorno rural, y que trabaja para empresas de tecnología en
cualquier parte del mundo.

Miguel Camiña, CEO y cofundador de Micappital

Cualquier medida en este ámbito siempre es bien recibida y más que necesaria para impulsar el ecosistema emprendedor en España. Es fundamental, en primer lugar, entender el funcionamiento del sector, los intervinientes y las empresas. Hay que crear medidas que hagan más atractivo el sector para trabajadores, empresarios e inversores tanto públicos como privados. Creo que las medidas que más ayudarían son las que estén centradas en mejorar ese atractivo hacia todas las partes.

Las startups generan riqueza, empleo e innovación y contribuyen con sus impuestos a la comunidad, pero tienen grandes dificultades a la hora de iniciar su actividad. Debería ser más sencillo crear una empresa, debería ser más barato, se debería agilizar la contratación, premiar a los empleados que decidan arriesgar para trabajar en este tipo de empresas y a los inversores que decidan invertir en este tipo de empresas.

La definición de startup no puede ser una definición cerrada a dos parámetros, como son tiempo de vida o facturación, pues no son indicativos de una empresa tecnológica.

Hay muchas empresas con facturación mayor, en proceso de hipercrecimiento, que a pesar de alcanzar esa facturación están perdiendo dinero. También hay empresas con más de cinco años que todavía están buscando la rentabilidad de su negocio, o perfeccionando su tecnología antes de salir al mercado, que deben considerarse startups.

Creo que algunas de las medidas propuestas son interesantes, pero no para las startups. Por ejemplo, la reducción del tipo impositivo es una buena medida, y seguro que ayudaría mucho a algunas empresas, pero la gran mayoría de startups no tienen beneficios en los primeros años, por lo que no les aplica. Sería más interesante una reducción del Impuesto de Sociedades, hasta que tengas un beneficio que supere una cierta cantidad preestablecida.

Por otro lado, la fiscalidad de las stock options es un tema fundamental a tratar y a mejorar si queremos atraer talento de calidad a las startups, y sobre todo cuando tenemos que competir por talento internacional con fiscalidades mucho más favorables en este aspecto.

Juan Filiberto Martínez, socio de Athos Capital

Esta ley es una demanda que se venía realizando desde hace tiempo, y con ella se han dado los primeros pasos, pero no se han cumplido las expectativas. Una vez más, el regulador parece ir detrás de la realidad: el sector tecnológico y digital español es cada vez más relevante, la inversión en este tipo de compañías en lo que llevamos de 2021 supera los 2.000 M€.

El anteproyecto mejora algunos mecanismos muy utilizados en el ámbito de las startups, como incrementar el límite para
remunerar con acciones, pero introduce incentivos fiscales, como la rebaja del tipo impositivo del Impuesto de Sociedades, que no son interesantes para compañías que no suelen tener beneficios los primeros años de vida.

La definición de startup que recoge es compleja, tanto por el número de criterios exigidos (antigüedad, facturación, carácter innovador, etc.) como por las dificultades y burocracia que conllevaría acreditarlos (uno de los objetivos de la Ley es, precisamente, reducir este tipo de obstáculos).

Además, hay una incongruencia entre la exposición de motivos, que reconoce el derecho de todo emprendedor que fracasa a volver a empezar y beneficiarse de las medidas de esta Ley, y la definición de startups, que excluye expresamente al emprendedor que ya se hubiera beneficiado de ella en una empresa anterior.

Pensamos que, además de a las startups, habría que incorporar al debate de manera más activa a los inversores, business angels y venture capital.

Y echamos de menos dos aspectos fundamentales: beneficios por la contratación de nuevos empleados (el principal coste de estas compañías es el de personal, y no se ha introducido ninguna medida que ayude a reducirlo, como una reducción temporal del coste de Seguridad Social) y un programa ambicioso para fomentar la coinversión privada y apoyar a las startups (como el anunciado en Francia en 2018, con más de 5.000M€ en medidas de apoyo).

También echamos de menos medidas fiscales que incentiven a otro tipo de inversores (no solo personas físicas o business angels) y faciliten la entrada de inversores institucionales, como compañías aseguradoras, o la ampliación de la antigüedad prevista en la definición de empresas emergentes a 7 años (10 en el caso de biotecnológicas).

Guillermo Milans del Bosch, cofundador de Baïa Food

Es una gran noticia porque por algo hay que empezar, pero creo que las medidas que en ella se aplican no se ajustan a las necesidades de una startup como la nuestra, intensiva en I+D (salvo la clara reducción de trámites burocráticos para la
constitución de la misma).

Una de las medidas que se toman es la reducción del Impuesto de Sociedades, del 25% al 15%. Por mucho que se reduzca, una empresa como la nuestra que lleva más de cinco años en pérdidas, no se ve en ningún caso beneficiada por una medida de este tipo.

Quizá sería más interesante aumentar el porcentaje de deducciones y bonificaciones fiscales frente a lo invertido en I+D, o mejorar el acceso a financiación pública.

En Baïa Food estamos a punto de conseguir la autorización de la Comisión Europea para poder empezar a comercializar un nuevo alimento capaz de convertir el sabor ácido en dulce, fruto de ocho años de trabajo de I+D+i en el que hemos invertido más de un millón de euros. La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha avalado que el deshidratado de la baya Synsepalum dulcificum (conocida popularmente como miracle berry), de la que extraemos la proteína llamada miraculina que consigue transformar la percepción gustativa, es seguro para el consumo humano. Por ello, ahora debemos invertir más si cabe en I+D para encontrar una aplicación directa y conveniente en el sector de la alimentación.

Esto no lo podemos hacer solos, necesitamos atraer a los mejores profesionales en este ámbito. Sobre todo si queremos competir a nivel internacional con otras compañías top. El escenario actual de opciones sobre acciones (stock options) no ayuda, porque es fiscalmente ineficiente (desde el momento en el que las adquieres pagas impuestos, aunque no generes
ninguna ganancia) y además, y aunque lo hayan ampliado, el límite de exención de 45.000 euros es muy bajo.

No podremos, por tanto, captar otros perfiles que exijan más. Esto en una empresa como la nuestra, con tanto potencial de crecimiento, es como cortarnos las alas, porque los mejores profesionales se acabarán yendo donde paguen menos impuestos.

Cristóbal Viedma, CEO y cofundador de Lingokids

Para ser sincero, me esperaba algo más de esta Ley. Es positivo el hecho de que exista, pero creo que el anteproyecto se ha quedado un poco escaso. En lo que respecta a la definición de startup, pienso que encorsetarlas en cinco años de vida y cinco millones de euros de facturación es dejar muy poco margen de desarrollo y crecimiento, tal vez más próximo a pymes que a startups.

Muchas de estas tienen unas expectativas de proyecto más amplias, por lo que si queremos fomentar el emprendimiento en España, sería partidario de ampliar la definición a diez años y más facturación. También pienso que “con carácter innovador” es un concepto demasiado amplio que habría que definir y matizar. Y en lo que respecta a las plantillas de porcentaje mayoritario con contrato en territorio nacional, es una limitación que tampoco se ajusta a la realidad de muchas
startups que apuestan por la escalabilidad, la globalización y la descentralización.

Tampoco creo que las medidas que incorpora en materia de fiscalidad sean las que más necesitan las startups.

La principal ventaja que recoge es la reducción del Impuesto de Sociedades al 15%, pero no aplica a las startups, que normalmente suelen pasar sus primeros años con resultados negativos.

Lo que realmente necesitan estas empresas es más rapidez de actuación. Los que hemos participado en proyectos como ENISA sabemos que la burocracia es tan grande que frena enormemente los proyectos, y a veces uno se plantea si compensa. Además, las ayudas que se ofrecen están muy limitadas a proyectos de I+D. Sí me parecen bien las exenciones fiscales para las stock options, aunque se sigue manejando un límite bastante reducido.

Entre las medidas prioritarias para apoyar a las startups destacaría la simplificación y agilización de trámites, ayudas para atraer talento y adaptarse a las nuevas tendencias de trabajo en remoto y nuevas formas de trabajar, y beneficios fiscales más amplios.

Johanna Gallo, CEO y cofundadora de APlanet

Que se plantee cómo poder ayudar a las startups es ya una muy buena noticia, pero lo veo todavía muy teórico y quedan pasos por dar, sobre todo escuchando la realidad diaria de las startups. En cuanto a la definición de startup, hay aspectos
que me chocan. “Con carácter innovador acreditado por ENISA”: quizá no se haya solicitado un ENISA por no estimarlo necesario, pero eso no implica que el proyecto no sea innovador. ¿Es un requisito?

Entonces tal vez no debería estar ligado a un préstamo. “Porcentaje mayoritario de la plantilla con contrato en territorio nacional”: entiendo que sea positivo atraer talento nacional, pero en un mundo cada vez más global y competitivo por el teletrabajo, deberíamos estar más abiertos a buscar talento diverso, venga de donde venga. “Que no sea fruto de una escisión de otra compañía”: con esto quizá puede ponerse un hándicap a la I+D dentro de empresas, o intra-emprendimiento.

“Cuyo fundador no haya creado otra empresa beneficiada por esta Ley”: entonces, ¿no se considera el poder seguir creando otras empresas una vez una ya está en fase de crecimiento o aportando valor? Echo de menos en la ley más practicidad. Las startups tenemos dificultades sobre todo al principio en atraer talento, compitiendo en salarios y además de forma global; en conseguir a empresas/clientes como early adopters de nuestros productos; y en conseguir financiación que nos ayude a crecer. Para eso se necesitan ayudas, contactos, programas de financiación… todo ello muy orientado a resultados.  Porque otra cosas que valoramos en las startups, al menos nosotros, es la eficiencia en lo que hacemos.

Y no veo nada de eso en la Ley, nada tangible o a corto plazo para fomentar la competitividad en el entorno de las empresas emergentes y facilitar la colaboración con grandes empresas u otras instituciones.

Por otro lado, el emprendimiento nace también de la propia formación, valores, cultura, formación y ambición de las personas. Por ello, habría que fomentarlo desde la escuela, enseñando a niños y jóvenes economía, conceptos sobre empresas y negocios, herramientas de comunicación y otras muchas materias que hacen que germine esta semilla de lanzarse a emprender. Me hubiera gustado ver también alguna medida en este sentido, ofreciendo a las instituciones educativas mejores herramientas para promover la cultura del emprendimiento.

Antonio González, CEO de Impact Hub Madrid y Barcelona

Desde Impact Hub celebramos, después de tantos anuncios, la llegada de esta Ley, y valoramos positivamente que aborde casi todas las materias que se vienen discutiendo en el ecosistema emprendedor desde hace años, pero faltan aún
muchos aspectos clave por desarrollar. Entre otros, la conectividad a través de nodos o hubs que permitan inspirar, conectar e impulsar a los emprendedores de todo el país. Se plantea la Red Nacional de Centros de Emprendimiento (Renace), pero falta un desarrollo y presupuestos específicos para esta medida que vemos urgente y necesaria.

La definición de startup que se recoge está muy enfocada a startups digitales, pero existen otros emprendedores no digitales que tienen carácter innovador en su planteamiento de negocio.

La mayor pega que le vemos es que, estando demostrado que el emprendimiento es un proceso interativo que muchas veces termina con el cierre y auge de nuevas startups por parte de la persona emprendedora, esta solo pueda acogerse una vez a la ley.

La Ley es muy completa y aborda temas muy variados y sistémicos como la financiación, la atracción y retención de talento, la imposición, la simplificación de trámites burocráticos, e incluso la facilidad para cerrar startups que no han sido exitosas. Pero echamos en falta un aspecto de gran importancia, a nuestro juicio.

El mundo afronta grandes retos globales como el cambio climático, el agotamiento de los recursos del planeta, las desigualdades sociales y económicas… Las startups son un gran motor de innovación y generación de valor y riqueza en nuestras economías, y son esenciales para idear, impulsar y expandir soluciones que nos acerquen a un futuro más sostenible, justo y resiliente.

Sin embargo, la ley no contempla la creación de una figura legal específica para este tipo de startups de impacto positivo, como ya existe en otros países como Francia, Italia o Estados Unidos. Vemos en ello una oportunidad perdida: que no aborde, defina, facilite e impulse el emprendimiento de impacto positivo es una herramienta menos desde la iniciativa privada para abordar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas con garantías en el periodo 2020-2030, la década de la acción.

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