El crédito a empresas en 2020 aumentó a 40.000 millones de euros respecto a 2019
El saldo de la cartera de crédito a empresas en España aumentó un 7,6% en 2020 respecto a 2019, concentrándose especialmente entre los meses de marzo a junio.
El total de préstamos pasó de 534.772 millones de euros a 575.162 millones, un incremento de más de 40.000 millones de euros, según el informe “Evolución del crédito a empresas en España 2020” elaborado por la consultora AIS Group especialista en la aplicación de inteligencia artificial a la gestión del riesgo de crédito, en base a los últimos datos de stock de crédito del Banco de España.
El sector servicios acapara casi tres cuartos de la cartera (72%)
“En la última década el stock de créditos a actividades productivas en España se había reducido prácticamente a la mitad (-43%). Si bien, en el último año, con la irrupción de la pandemia la tendencia ha cambiado”, afirma el economista y director comercial de AIS Group, José Manuel Aguirre. Así, el año de la COVID19 ha sido el primero en el que el saldo de créditos vivos sube desde 2010. Ha aumentado en 40.389 millones de euros.
De esa cifra, el 76% ha ido a parar al sector servicios, el 18% en industria, el 5% en construcción y el 2% en el sector primario (agricultura, ganadería, caza, pesca y silvicultura), si bien la tasa de variación
en prácticamente todos los sectores se acerca al 7%. Sólo el sector primario presenta un ascenso menos pronunciado, quedándose en el 4%. En cuanto a la tasa de morosidad, ésta baja unas décimas respecto a 2019 y se sitúa en el 5%, dejando el saldo de préstamos dudosos a empresas en 28.648 millones de euros.
La actividad que tradicionalmente concentra la mayor parte del saldo de créditos a empresas es el sector servicios. Una tendencia que se mantiene al cierre de 2020. De los aproximadamente 575.000 millones de euros que sumaban los préstamos a actividades productivas en ese momento, algo más de 414.000 millones correspondían a empresas del sector servicios. Una cifra que representa el 72% del total de la cartera de créditos a actividades productivas en España, cuyo saldo es un 8% superior al que registraba a diciembre de 2019 (383.604 millones de euros).
Dentro del sector servicios, los segmentos empresariales que acumulan más volumen de crédito son el comercio (21%), las actividades inmobiliarias (20%) y la intermediación financiera (16%). No obstante, los que registran unas tasas de variación más elevadas (los que se han disparado en el último año) son la hostelería y el comercio, que han visto aumentar su total de préstamos en un 31,7% y un 9,7% respectivamente. “Se trata sin duda de las empresas que más duramente han sufrido el impacto de la COVID19 en su actividad normal y que han debido recurrir al crédito masivamente”, comenta Aguirre.
Morosidad
Pese a su destacado crecimiento, la tasa de morosidad del conjunto de las empresas de servicios es la más baja de entre los principales sectores, situándose en el 4,7%. Sin embargo, apenas se ha reducido dos décimas en 2020, lo que podría reflejar los primeros síntomas hacia un cambio de tendencia.
De hecho, el saldo de créditos dudosos de las empresas de servicios es el único que ha aumentado en el último año y lo ha hecho en casi 600 millones de euros para situarse en 19.565 millones de euros. Tanto el sector primario como la industria y la construcción han cerrado el 2020 con un total de cartera dudosa inferior a la de 2019.
En cuanto a los subsectores dentro de servicios, el comercio es el que presenta una tasa de morosidad más elevada, al rozar el 7%. Según Aguirre, “estas cifras, especialmente las relativas a la morosidad, denotan que, desde una perspectiva macroeconómica, las medidas aplicadas por las administraciones han conseguido mitigar el impacto de la situación derivada del coronavirus en el corto plazo. Sin embargo, el significativo aumento del crédito obliga a plantearse hasta cuándo podrá alargarse esta situación”.
Pese a los números globales del ejercicio, se observa que, desde junio 2020 en adelante, se comienza a desacelerar el crecimiento. Un fenómeno relacionado con el fin de las líneas de ayudas del Instituto de Crédito Oficial. Los datos reflejan que mientras hubo líneas de financiación del ICO, avaladas y con condiciones muy favorables, el crédito se concedió con fluidez. No obstante, explica Aguirre, “es normal que se haya frenado el acceso al crédito en el momento en que el riesgo de los créditos a las empresas ha empezado a recaer más en la banca comercial. Las entidades, naturalmente, deben también garantizar su supervivencia y, por lo tanto, controlar su riesgo”.
Bancos y financieras están incrementando la prudencia a la hora de establecer sus criterios de concesión, con un importante reto por delante: tratar de ajustar sus modelos de evaluación de solicitudes de créditos al efecto COVID. “Un primer paso en esta línea -señala Aguirre-, podría ser calibrar la probabilidad de impago para poder ajustar las provisiones de las entidades, algo que en AIS ya estamos aplicando”.
El informe señala que, para mantener un óptimo control del riesgo ante el complejo escenario que los expertos vaticinan, se deben alimentar los modelos de evaluación de solicitudes de crédito con información transaccional de las empresas, que proporcione una imagen a tiempo real de la situación de cada empresa, así como desarrollar sistemas de alertas que permitan detectar situaciones de riesgo de impago mucho antes de que se produzcan.
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