Los negocios españoles del primer sector, preocupados y enfadados
El pasado día 20 de marzo, se convocó una manifestación para reivindicar la mala situación del mundo rural en general. Tres notas sobre esta manifestación que considero merecen destacarse antes de hacer una valoración sobre sus motivos:
- Su carácter unitario, todas las organizaciones relevantes del mundo rural español, Asaja, UPA, COAG, RFEC, UCTL, Cooperativas Agro-agroalimentarias, Fenacore y Alianza Rural compartían una única convocatoria y la difundían en conjunto.
- Un transcurrir pacífico y de exquisita convivencia a pesar de la gravedad de la situación que había impulsado su convocatoria.
- Y el enorme éxito de la convocatoria, la organización cifraba la participación en unas 400.000 personas y la Delegación del Gobierno en unas 150.000.
Estos número de la manifestación en la banda más baja de participación multiplican por muchas veces la cifra de cualquier otra manifestación realizada en Madrid desde el inicio de la pandemia.
¿Cuál es la razón o las razones de este éxito tan notable?
La principal es muy clara: Una gran mayoría, de ese 20% de españoles que viven en el medio rural y de ese millón de trabajadores activos del sector primario, ven gravemente amenazada su forma de vida. Además, se sienten abandonados por unas administraciones que, en muchas ocasiones, no sólo no les ayudan, sino que les ponen zancadillas o al menos así lo sienten una buena parte de los residentes en el mundo rural.
Ejemplos de esto los podemos encontrar en cómo se ha interpretado desde el mundo rural el acoso a la caza, a los toros, a la ganadería intensiva o las campañas contra el “despilfarro de agua” que supone el riego de los cultivos, o contra las “emisiones de gases de efecto invernadero” de la ganadería en general y de la extensiva en particular. Y el mundo rural no puede prescindir de ninguna de esas fuentes de generación de riqueza para sobrevivir, realmente lo que necesita son muchas más fuentes de ingresos y de apoyo para su supervivencia. Y algo que se nos olvida con frecuencia es que son los guardianes de casi el 90% del territorio.
Se habla mucho de la “España vaciada” y se hace poco por ponerle remedio, cuando la población total en España crece más de un 17% en lo que llevamos de siglo, en municipios de menos de 5.000 habitantes decrece más del 8%, y eso solo como media, pues si analizamos provincias como Asturias, León, Palencia, Zamora, Salamanca, Lugo, Orense, Jaén o Cáceres la situación es mucho más dramática. En los dos últimos años con motivo de la pandemia ha habido una cierta vuelta de población a pueblos pequeños, pero estos nuevos aportes no han llegado a compensar la población que se destruía por otro lado y los municipios de menos de 5.000 habitantes han vuelto a perder más de 3.500 en el último año, un 0,06% de su población.
Y si esta es la situación de fondo, ahora tienen una máxima preocupación en las subidas de costes a consecuencia de la inestabilidad geopolítica desatada por la invasión rusa de Ucrania. Ahora mismo el gasoil agrícola tiene un coste que triplica al de hace dos años por estas fechas y que más que duplica al del año anterior. La electricidad, como todos sabemos, también está teniendo subidas muy importantes. Otro foco crítico de subidas de costes es el rally de precios de las harinas de oleaginosas y de los cereales para alimentación animal que se encuentran en máximos históricos. Estas subidas han puesto contra las cuerdas a muchas explotaciones ganaderas, especialmente a las de ganado bovino, que han entrado directamente en pérdidas.
En el Consejo de Ministros del otro día se aprobó un plan especial de 193 millones de euros destinados a paliar las consecuencias de esta situación a los que habrá que añadir las ayudas a la compra de gasoil, el plan de reducción de los costes eléctricos y las posibles ayudas de las Comunidades Autónomas, que también están anunciando medidas. Habrá que ver cómo se comportan los costes en los próximos meses para valorar si estos planes son suficientes.
Y aún quedará un enorme foco de preocupación en el futuro inmediato, “la nueva PAC” que entra en vigor en 2023 y que de forma casi generalizada se considera negativa para el campo español en su conjunto. Es una norma que se ha tildado de “PAC Medioambiental” y que, sobre todo, supone una competencia desleal para los productos comunitarios, generada por la propia comunidad pues impondrá criterios a las producciones internas que no impondrá a los productos importados. Es algo irracional sin duda, sobre lo que hay un atisbo de esperanza al cambio, motivada por los propios efectos de la guerra en Ucrania que ha hecho abrir los ojos a las autoridades comunitarias sobre la importancia de la soberanía alimentaria en la UE, que la nueva PAC pondría más difícil de conseguir. Habrá que ver si finalmente se reconsideran algunos de los cambios introducidos antes de su entrada en vigor.
Espero que lo anterior les haya servido para entender, lo delicado de la situación actual del mundo rural español, situación que sin duda justifica su unidad de acción, la movilización política de las personas del campo, que ya vimos en las pasadas elecciones de Castilla y León y que sin duda seguiremos viendo en las próximas. Y es que están defendiendo su forma de vida, que fue la de sus padres y que a muchos les gustaría que fuera la de sus hijos.
Javier San Martín, profesor en EAE Business School.
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