Finanzas sostenibles: la ecología también llega a este sector, gracias a la tecnología

Ya nadie discute que el riesgo climático y el riesgo medioambiental forman parte del mapa de riesgos financieros. Algo más discutida hasta ahora y a pesar de todo, venía siendo la idea del impacto que la actividad financiera puede tener sobre los aspectos climáticos y medioambientales. En este sentido, nos encontramos ante un punto de inflexión que tiende a superar los compromisos adquiridos individual o sectorialmente por los distintos actores tradicionales del entorno financiero.

Los principales factores que hacen virar el foco de la actividad financiera hacia lo que ya llamamos “finanzas sostenibles” son, por un lado, la demanda (los datos apuntan una clara tendencia a la elección de productos, servicios u empresas que muestran un compromiso con las necesidades del entorno más allá del negocio y principalmente en los aspectos medioambientales o sociales) y, por otro lado, la regulación.

A nivel europeo, esto último deriva del Plan de Acción de la Comisión Europea de 2018, pero se ve reforzado hoy con el Green Deal, el objetivo Net-Zero 2050 (cero emisiones en 2050) y los Planes de Recuperación (incorporando estos también los aspectos sociales derivados de la crisis del COVID-19). Estos compromisos implican necesariamente a los actores privados en la canalización de flujos de financiación e inversión y vinculando al sector financiero de manera definitiva a los objetivos de sostenibilidad (Objetivos de Desarrollo Sostenible –ODSs- y Agenda 2030).

Por su parte, la innovación tecnológica contribuye a mejorar los procesos y actividad, a dar respuesta a nuevas necesidades, no solo vinculadas a los objetivos sostenibles, pero también (pensemos en esa nueva materialidad medioambiental y social que se incorpora al análisis y gestión de riesgos que vuelve aún más complejo este proceso y la necesidad). No obstante, su irrupción y potencial van más allá provocando un cambio profundo en el que la innovación financiera se configura como eje estratégico de las entidades del sector. A ello, se suma la aparición de los (ya no tan) nuevos actores: las fintech (empresas financieras de base tecnológica). Todo ello produce un cambio radical: se amplía el mapa de actores y sus relaciones (competencia pero también cooperación), se incrementa la oferta de productos y servicios, los canales y las posibilidades de acceder a los mismos, se transforma definitivamente la relación con los clientes e inversores…

Conjugación perfecta

Según la Iniciativa Financiera del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente  (UNEP-FI, por sus siglas en inglés): “las nueva tecnologías financieras pueden ser una importante palanca de cambio para promover un desarrollo económico más sostenible”.

La interrelación entre los tres elementos, la conjugación perfecta para maximizar los esfuerzos para alcanzar los ODS y los objetivos comunitarios respecto a la descarbonización, debe colocar los objetivos de sostenibilidad en el centro, la actividad financiera como catalizador y la innovación como herramienta de extraordinario potencial.

Incorporadas al sistema financiero bajo la máxima de “misma actividad, misma regulación” y optimistas respecto al impacto de esta, las fintech junto con el resto de actores financieros, deben ahora incorporar y hacer propio un “mismo objetivo”: la aceleración de una transición justa hacia la neutralidad en carbono.

María Molina, directora del Área Finanzas Sostenibles y Compliance Financiero de Gabeiras & Asociados.

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